Mundo Nuevo - Manuel Zúñiga

"El objetivo de la vida es nacer plenamente. La tragedia consiste en que la mayoría de las personas nace y muere sin haber nacido plenamente". Erick Fromm

6.2.09


La Crisis
Por Gabriel García Márquez

Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 19 y una hija de 14.Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde: 'No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo'.

El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice: 'Te apuesto un peso a que no la haces'. Todos se ríen. El se ríe. Tira la carambola y no la hace.Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla, Y él contesta: 'es cierto, pero me he quedado preocupado de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo'.

Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mama, feliz con su peso y le dice:Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto. ¿Y por qué es un tonto? Porque no pudo hacer una carambola sencillísima según el preocupado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo. Y su madre le dice:No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen.

Una pariente que estaba oyendo esto y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero: 'Deme un kilo de carne', y en el momento que la está cortando, le dice: Mejor córteme dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado'.El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar un kilo de carne, le dice: 'mejor lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas'.Entonces la vieja responde: 'Tengo varios hijos, mejor deme cuatro kilos...' Se lleva los cuatro kilos, y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata a otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor.

Llega el momento en que todo el mundo en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto a las dos de la tarde.Alguien dice: ¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor! Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.Pero a las dos de la tarde es cuando hace más calor.Sí, pero no tanto calor como hoy.

Al pueblo todos alerta, y a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz: 'Hay un pajarito en la plaza'. Y viene todo el mundo espantado a ver el pajarito. Pero señores, dice uno siempre ha habido pajaritos que bajan aquí.Sí, pero nunca a esta hora.Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy. Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde todo el pueblo lo ve.

Hasta que todos dicen: 'Si este se atreve, pues nosotros también nosvamos'. Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan lascosas, los animales, todo.Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:'Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa',y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.

Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, le dice a su hijo que está a su lado: ¿Vistes m'hijo, que algo muy grave iba a suceder en este pueblo?

Esto se llama la profecía auto cumplida.
No hagas caso del rumor.
No seas tú mismo un instrumento para crear el caos.
Lo negativo atrae a lo negativo.
Sé positivo.

14.1.09



¡Impresionante!
El ser humano es capaz de tantas cosas buenas... Pero me sorprende / decepciona que reaccionemos con esa capacidad "humana" en momentos de desastre como los que vive CR en este momento, luego del terremoto del pasado 8 de enero.

Me sorprende: porque la gente ha reaccionado masivamente, gente que se desprende de la plata para los tragos de una noche y la invierte comprando cosas para quienes lo necesitan. Gente que se para encima de un terreno intestable, a sabiendas que puede morir, con tal de desenterrar el cadáver de un desconocido para brindar paz a la familia doliente.

Me decepciona: que seamos así solo en momentos de desastre. Creo que esta actitud es una consante, en el tico, en el latino, en el humano...
Pero no dejo de creer en mi gente, en mi tierra... A veces es mejor saborear tragos dulces después de una indigestión. Y no dejo de creer que algún día serán menos las indigestiones.

13.8.06



El pecado gay

La homosexualidad es algo repudiable, que va contra la naturaleza humana y el sentido común; es juzgado duramente por Dios y su condena es el infierno. Estas ideas son abrazadas por cientos de miles de costarricenses y respaldadas por instituciones religiosas, gubernamentales y familiares. A partir de esta actitud, se desprenden burlas, chistes, agresiones (físicas, psicológicas y legales) y negaciones… Pero los playos se lo buscaron.
Se debe suprimir la existencia de la homosexualidad en la persona; las abominaciones que efectúan no son dignas de considerarse humanas. Ni aunque sean personas brillantes, interesantes, entretenidas, ni por más aportes que hagan a la sociedad; no deben tomarse en cuenta, sus preferencias le quitan mérito (aplicamos restricciones a Sócrates, Alejandro Magno, San Agustín, Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci, William Shakespeare, Peter Tchaicovsky, Oscar Wilde, Federico García Lorca, Andy Warhol, Frida Kahlo y John Keynes, entre otros; pero de ahí en adelante, si en su oficina aparece una lesbiana o un homosexual brillante, ¡serrúchele el piso!).
Y es que no puede haber equivocación: hombre con mujer y viceversa, jamás hombre con hombre y mujer con mujer… ¡Se acabaría la humanidad, no habrían nacimientos! Porque es probable que si se permite la homosexualidad abiertamente a la minoría de diez, veinte o equis por ciento de personas que lo son, contagien a los otros forzándolos (mediante alguna telepatía gay) a gustarle las personas del mismo sexo y lograr, con rotundo éxito, la condena de la especie humana.
Las personas que manifiestan su homosexualidad deben evitar exhibirse en público, hablar libremente de ello; jamás mencionar algo en la oficina, so pena de recibir exabruptos y burlas que volverían su estancia laboral en un infierno, si es que no se les aplica una “reestructuración de personal”.
Mucho menos admitirlo frente a la familia o la comunidad. ¿Ser la vergüenza de la familia? ¡Ni hablar! Y, bueno, si se detecta la menor señal de algún hijo en el “playómetro", que se aminore hasta volverlo insignificante, o que le vociferen amenazas que dejen a la tortillera callada, para que no se le ocurra si quiera mencionarlo. O se ocultarán con las demás joyas familiares: el tío violador y el abuelo que se envió al asilo, no sin antes obligarlo a firmar el traspaso de la propiedad. Manténgase íntegro el seno familiar costarricense, del que debe haber pleno orgullo.
Por supuesto que de la puerta de la iglesia (de cualquiera) no pueden pasar. Dios, ese misericordioso Ser que se le ofrece en promoción indulgente al violador y al agresor, no se ofrece al homosexual: aplican restricciones. Ahí sí es castigador; el Antiguo y Nuevo Testamento así lo indican, pues literalmente hay que tomarlos (obviemos el contexto patriarcal en que se escribieron… Por cierto que la interpretación selectiva debiera ser un mandamiento más). Debido a que las iglesias, omnisapientes intérpretes de la voluntad del Creador, no pueden deducir porqué el Señor permite semejante abominación, el homosexual deberá hacer caso ciego al llamado de la Iglesia Católica de abandonar sus impulsos para ser admitidos en el seno eclesial y quizá adquirir su salvación. De por sí, hay que recordar no siempre la iglesia debe creerle a la Ciencia (pregúntenle a Galileo...), la cual señala cada vez con mayores pruebas que el homosexualismo es una constitución biológica de muchos animales, incluido el ser humano… ¡Claro! El ser humano es el único que puede – y debe – reprimir su naturaleza; sigamos el ejemplo de sacerdotes y pastores, modelos de envidiable pulcritud.
Pero la ciencia se desarrolla a pasos agigantados; tal vez dentro de poco encuentren una cura para quitar las preferencias por personas del mismo sexo. Tómese en cuenta que algunos catalogan la tendencia biológica homosexual en el mismo nivel que la que poseen los violadores (una deficiencia cerebral), entonces en el futuro quizá podría extirparse, como un cáncer maligno, sin importar que una induzca a su atormentada víctima a una relación amorosa e inofensiva y la otra, a cometer crímenes.
Entonces a extirpar el mal, a regenerar al homosexual, porque todos son como se los imaginan: un grupo de personas incapaces de tener una relación monógama, estable o duradera; andan viendo a cuál persona se tiran, sin mediar edad, sexo ni preferencias; buscarán la primera manera de aliviar sus impulsos sin respeto alguno. Todos son así; infieles, degenerados, con poco sentido de la moral, con ganas de saciar su perverso antojo. Pero… ¡arriba los “machos”, mujeriegos, inestables y dominantes! No importa el daño que causen a su familia, es mayor el que causa un hijo gay.
Debemos seguir como Dios manda: que las familias destierren al hijo gay si no se endereza, para no verlo más; él escogió serlo y que afronte las consecuencias. Bueno, aunque a veces lo vuelven a ver, en caso que le pase algo y el hijo se muera, para reclamar de lo que le queda, quizá compensación por el bochorno que hicieron pasar al buen nombre familiar. ¡Y que a ese que se decía ser “pareja” de aquél hijo, Dios lo libre de aparecer a la vela, menos a reclamar algo, por más que lo hubieran obtenido juntos durante su relación! Ahí sí es cierto que el papá descarga su hombría sobre ese maricón.
Entonces que se cierren todos los portillos; ya las iglesias cerraron el espiritual, la sociedad el laboral y el familiar… ¡Pero falta el legal! Bueno, ese está cerrado, pero que a nadie en el Poder Legislativo le pase por la mente aprobar una ley que ofrezca un marco jurídico para que parejas del mismo sexo posean potestades parecidas a las de las heterosexuales, como acceso a seguros o cuentas mancomunadas, constituirse como beneficiarios de una herencia, entregar los bienes sucesorios o patrimoniales, o dividirlos justamente en caso de separación. Ese caso que supe, de un muchacho que fue al funeral de su pareja y que, cuando volvió, encontró la casa donde convivían con candado, ¡que sirva de lección!
¡Basta ya de esto! ¡Cerremos los ojos y neguemos que esta gente existe! Que vayan a hacer sus circos y marchas de orgullo gay a otro lado, contaminarán los ojos y oídos de miles de inocentes niños, quienes seguirán su mal ejemplo de manifestar sin miedo el ser auténticos. No permitamos que estas personas obtengan más derechos ni beneficios, ni siquiera el de reconocer su propia naturaleza; que se amarren las bolas y se repriman.
Mientras la ciencia busca una cura, que Dios se vuelva a los planos del Paraíso Terrenal para ver en qué momento el arco iris se le torció, al punto de poner entre nosotros criaturas con chips defectuosos. Hasta que no se defina, que el Todopoderoso nos ilumine para que sepamos cerrar las puertas de nuestro paraíso, para que playos y tortilleras queden fuera… ¡Hágase nuestra voluntad!

13.7.06

PASA NADA
La ambivalencia del tico con el cero

Debemos agradecerle a la civilización azteca, a los árabes y a los sumerios por haber hecho uno de los grandes aportes matemáticos, al reconocer la existencia del 0, el valor de la nada como algo.
Los ticos compartimos ese gusto por los ceros: sino, basta con darse una vuelta por el país y verá muchos vacíos en la red vial donde falta asfalto. Por cierto, hace poco leí una serie de reportajes y artículos de un diario local, que incentivaban al Poder Judicial a juzgar a algunos funcionarios públicos por haber hecho nada por reparar las calles y por logar casi nada por hacer más eficiente la seguridad ciudadana… Pero seguro no pasará nada, porque aquí se juzga al que hizo algo, no al que no hizo nada.
La nada posee un particular valor en nuestra sociedad: si no trabajamos como camellos, entonces hacemos nada y no ganamos nada, además que es mal visto; cuando vamos por la calle y vemos un asalto, nadie hace nada y nadie vio nada.
Nada tiene que nuestra sociedad prevalezca machista: alguien escucha el golpe seco del puño de su vecino contra el rostro de su esposa, pero nadie se mete en nada. Cuando muchos hombres le hacen el amor a sus compañeras, a él le pasa mucho, pero a ella nada.
Una selección deportiva no obtuvo el tan esperado e inmerecido éxito (nos gusta las cosas fáciles, es decir, tener mucho por casi nada). La gente se indignó y dice que nada fuimos a hacer a esa cita deportiva: el patriotismo de principios de junio se volvió nada, de forma que ahora nada representa el coraje costarricense, ni siquiera un joven atleta especial que obtuvo un galardón en los juegos de esa categoría hace unas semanas; los íngrimos titulares arrinconados en las secciones deportivas fueron nada.
A veces no queremos los vacíos: mucha gente sí se indignó hace pocos años cuando unos niños murieron de hambre en el norte de Nicaragua, auspiciados por un líder pasado de kilos que no hizo nada. Aunque, esperen: hace unas semanas unas niñas indígenas murieron en Talamanca por desnutrición, la sociedad calló… Casi nadie dijo nada y, si algo se hizo para arreglar el asunto, será flor de un día. El silencio – cómplice y compañero inseparable del costarricense – nos hará olvidarlo (hablando de cómplices, la xenofobia ayuda a que nada pase; sino, pregúntenle a los policías que no hicieron nada para que unos perros descuartizaran a un vecino del norte).
Somos muy buenos para fijar vacíos en nuestra conciencia. ¿O cómo se llamará no hacer nada cuando nos hacemos de la vista gorda cuando un compañero de trabajo saca suministros de la oficina, o si se paga algo extra por no hacer fila, o cuando se ayuda al pobre inspector de Tránsito que no nos quiere hacer una multa, por nada más que sobrepasar la velocidad permitida?
Por todo esto, creo que es fácil comprender porqué nos encanta la frase “¡porta a mí!”, o en su versión de antaño, “cada uno en su casa y Dios en la de todos”. A propósito, seguro que Dios hace mucho que no hace nada por nuestra Patria, porque nos ha dejado caer en una creciente pobreza material y moral. Tiene que ser Dios quien no hace nada, porque los que no hacen nada, no hacen nada y, por ende, no pueden hacer nada malo… ¿O sí tendrán razón los aztecas para darle un valor al cero?