Mundo Nuevo - Manuel Zúñiga

"El objetivo de la vida es nacer plenamente. La tragedia consiste en que la mayoría de las personas nace y muere sin haber nacido plenamente". Erick Fromm

13.7.06

PASA NADA
La ambivalencia del tico con el cero

Debemos agradecerle a la civilización azteca, a los árabes y a los sumerios por haber hecho uno de los grandes aportes matemáticos, al reconocer la existencia del 0, el valor de la nada como algo.
Los ticos compartimos ese gusto por los ceros: sino, basta con darse una vuelta por el país y verá muchos vacíos en la red vial donde falta asfalto. Por cierto, hace poco leí una serie de reportajes y artículos de un diario local, que incentivaban al Poder Judicial a juzgar a algunos funcionarios públicos por haber hecho nada por reparar las calles y por logar casi nada por hacer más eficiente la seguridad ciudadana… Pero seguro no pasará nada, porque aquí se juzga al que hizo algo, no al que no hizo nada.
La nada posee un particular valor en nuestra sociedad: si no trabajamos como camellos, entonces hacemos nada y no ganamos nada, además que es mal visto; cuando vamos por la calle y vemos un asalto, nadie hace nada y nadie vio nada.
Nada tiene que nuestra sociedad prevalezca machista: alguien escucha el golpe seco del puño de su vecino contra el rostro de su esposa, pero nadie se mete en nada. Cuando muchos hombres le hacen el amor a sus compañeras, a él le pasa mucho, pero a ella nada.
Una selección deportiva no obtuvo el tan esperado e inmerecido éxito (nos gusta las cosas fáciles, es decir, tener mucho por casi nada). La gente se indignó y dice que nada fuimos a hacer a esa cita deportiva: el patriotismo de principios de junio se volvió nada, de forma que ahora nada representa el coraje costarricense, ni siquiera un joven atleta especial que obtuvo un galardón en los juegos de esa categoría hace unas semanas; los íngrimos titulares arrinconados en las secciones deportivas fueron nada.
A veces no queremos los vacíos: mucha gente sí se indignó hace pocos años cuando unos niños murieron de hambre en el norte de Nicaragua, auspiciados por un líder pasado de kilos que no hizo nada. Aunque, esperen: hace unas semanas unas niñas indígenas murieron en Talamanca por desnutrición, la sociedad calló… Casi nadie dijo nada y, si algo se hizo para arreglar el asunto, será flor de un día. El silencio – cómplice y compañero inseparable del costarricense – nos hará olvidarlo (hablando de cómplices, la xenofobia ayuda a que nada pase; sino, pregúntenle a los policías que no hicieron nada para que unos perros descuartizaran a un vecino del norte).
Somos muy buenos para fijar vacíos en nuestra conciencia. ¿O cómo se llamará no hacer nada cuando nos hacemos de la vista gorda cuando un compañero de trabajo saca suministros de la oficina, o si se paga algo extra por no hacer fila, o cuando se ayuda al pobre inspector de Tránsito que no nos quiere hacer una multa, por nada más que sobrepasar la velocidad permitida?
Por todo esto, creo que es fácil comprender porqué nos encanta la frase “¡porta a mí!”, o en su versión de antaño, “cada uno en su casa y Dios en la de todos”. A propósito, seguro que Dios hace mucho que no hace nada por nuestra Patria, porque nos ha dejado caer en una creciente pobreza material y moral. Tiene que ser Dios quien no hace nada, porque los que no hacen nada, no hacen nada y, por ende, no pueden hacer nada malo… ¿O sí tendrán razón los aztecas para darle un valor al cero?

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